ELABORACIÓN DE ESCENARIOS, ESCENAS Y PERSONAJES.

¡Hola a tod@s!

El objetivo de este post es daros unas sencillas claves con las que podréis mejorar vuestra técnica de escritura, sin dejar de lado, claro está, la mejor fuente de aprendizaje que existe en la profesión de escritor; la lectura. Os recomiendo leer mi anterior artículo en el que explico, paso a paso, cómo estructurar el trabajo que supone escribir una novela.

¿Qué aprenderé en este taller?

En el desarrollo de una historia es fundamental tener muy bien definidos los escenarios, las escenas y los personajes, tanto principales, como secundarios y fugaces, para atraer la atención de los lectores y mantenerlos enganchados desde el principio hasta el final de nuestra novela. En este artículo os desvelaré algunos consejos que os ayudarán a planificar mejor la creación de escenarios, escenas y personajes, y así poder sacarle el máximo provecho a vuestra creatividad literaria.

¿Comenzamos?

Escenarios.

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Se considera escenario el lugar donde se desarrolla una escena. En una novela hay muchos escenarios y estos se deben diseñar, de igual forma que las escenas y los personajes, para que todos los elementos queden bien integrados y el lector pueda ir sumergiéndose en la historia como si fuera partícipe de ella (de hecho, esa es la principal función de un escritor).

Tipos de escenarios.

Básicamente los escenarios pueden enmarcarse en un entorno real o ficticio, dependiendo del género literario al que pertenezca la novela que estemos escribiendo. Si se trata de una obra de ciencia ficción los escenarios serán inventados y tan exóticos como la imaginación del autor sea capaz de ingeniar, como ocurre en El juego de Ender, Dune o Anatema. En las novelas de género fantástico los escenarios pueden crearse a partir de una composición de paisajes reales y ficticios, como ocurre en el Señor de los anillos, El Hobbit o La historia interminable. En las novelas históricas los escenarios serán reales pero de acorde a cómo lo eran durante la época en la que esté enmarcada. Ese es el caso de El juez de Egipto, Ramsés II o La piedra de Luz, todas ellas relacionadas con el Egipto de los grandes faraones. Y si la ficción se desarrolla en ciudades o lugares actuales los escenarios tendrán que ser fieles a la realidad y eso implicará conocerlos de antemano.

Escenario

Como podéis ver, en cualquier caso el escritor deberá informarse y/o formarse sobre los escenarios donde encuadrará la escena para que estos no le resten ni un ápice de veracidad al relato. Afortunadamente, hoy en día disponemos de una eficaz herramienta que nos permite obtener esa información sin necesidad de desplazarnos a los escenarios reales. Supongo que ya sabéis de lo que estoy hablando, ¿verdad? Se trata de Internet. No dudéis en usarlo para visualizar aquellos lugares que queráis utilizar como escenarios pero que quedan muy lejos de donde vivís. Aplicaciones de Google, como Maps o Imágenes, os darán toda la información que necesitáis para elaborar vuestros escenarios reales. A parte, en la red también podréis hallar información adicional de los lugares donde se ubican los escenarios, como costumbres sociales y/o religiosas, forma de vida, historia, construcciones, etc., que podréis utilizar para enriquecer vuestra trama. Pero si disponéis de medios para viajar y descubrir personalmente los escenarios no dudéis en hacerlo. Viajar es cultura y percibir, in situ, las sensaciones que transmite el paisaje, las calles, las gentes y la cultura del lugar donde se desarrollará vuestra novela es la mejor forma de documentarse para crear escenarios. Así que ¡ya sabéis! Investigad antes de describir un escenario y dejad volar vuestra imaginación.

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Escenas.

Relatar lo que sucede en una escena transmitiéndole al lector sensaciones, sentimientos y emociones, es la tarea más difícil de un escritor. Pero existen diferentes formas de conseguir el efecto deseado y, en mi caso, enfoco cada escena siguiendo el proceso que siguen los directores de cine en los rodajes jugando con diferentes planos para conseguir dotar de profundidad, relieve y atmósfera a la acción que se desarrolla sobre el escenario. Si somos capaces de envolver al lector en la trama y conseguimos que empatice con los personajes habremos conseguido nuestro objetivo.

¿Estáis preparados para el rodaje? Pues… ¡cinco y acción!

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Planos.

¿Qué encuadra cada plano?

Básicamente, en mis relatos utilizo los siguientes 6 planos que se emplean en el cine:

General: cuando queramos enmarcar escenario y personajes.

Medio: para poner el acento en el personaje, mostrándolo de pies a cabeza.

Americano: toma al personaje desde más cerca, hasta la cintura o un poco más abajo.

Primer plano: muestra el rostro del personaje.

Primerísimo plano: el zoom se cierra sobre un elemento.

Plano contrapicado: será el que utilizaremos en los diálogos y pasa de un personaje a otro.

¿Qué os parece si ponemos un ejemplo de todo lo explicado?

El relato que muestro, a modo de ensayo, es una modificación de uno que escribí hace unos años, mientras realizaba la corrección de estilo de En búsqueda de la verdad y que tenía como objeto analizar los diferentes planos que se desarrollaban durante una escena.

El evento.

El eco de sus apagados pasos le llevó a la sala de audiencias del ministerio (plano general, en el que el lector imagina al personaje caminando por un pasillo desierto). El chasquido de su mechero tiñó de sepia el papel de fumar (primerísimo plano, en el que aparece un mechero encendiendo un cigarrillo) mientras que su mirada se perdía entre las gotas de lluvia que golpeaban contra el cristal (y que se encadena con un plano americano donde el lector ve al personaje con dando una calada al cigarrillo mientras mira cómo caen las gotas de lluvia sobre el cristal de la ventana). Se sentó en una silla (plano medio), envuelto en una nube de humo (que se va cerrando), y dejó la gabardina doblada sobre las rodillas mientras sus pardos dedos sujetaban el cigarrillo (hasta que se acaba con un primerísimo plano; los dedos sujetando un humeante cigarrillo). Su sombría mirada se perdió por el ceniciento cielo (se abre un plano general), que extendía su manto sobre la ciudad (ampliación del plano general y barrido), mientras pensaba en lo rápido y monótona que había transcurrido su vida. Recordó, sin ilusión, las interminables noches que pasó entre tratados de anatomía, patología y medicina forense (flashback del personaje montado en diferentes planos medios) viendo cómo otros regresaban a la residencia (el lector sigue visualizando esos pensamientos desde un plano medio), ahogados en Bourbon barato, con marcas de carmín en las solapas (que se cierra en un primerísimo plano) y oliendo a perfume de mujer. Y en su mente brotó: «¿Qué ha sido de mi vida?». Paredes blancas, hedor a antiséptico, cuerpos estirados sobre mesas de acero y un bisturí (he aquí, un ejemplo de aplicación de planos intercalados, pues se comienza con uno general, pasa a un plano medio y acaba con un primerísimo plano). Tantos sacrificios solo había servido para acabar siendo un mero escriba de las sentencias que le había dictado la balanza de la injusticia. Fijó la mirada en la calavera que adornaba la solapa de la gabardina (primerísimo plano) y su rostro languideció (el plano se va abriendo hasta que la cámara acaba enfocando un primer plano de la cara del personaje).

Una puerta se abrió y unos pasos precedieron a la presencia de un ordenanza (el plano se abre hacia un plano general y acabará en uno medio, donde el lector visualizará al subalterno acercándose al personaje).

—Herr doctor, acompáñeme, por favor. Le están esperando (plano contrapicado).

Apagó la colilla en el cenicero (primerísimo plano) y obedeció al funcionario. Se levantó y se enfundó la gabardina (plano medio), abotonándola hasta el pecho (primerísimo plano), antes de seguir al subalterno por los pasillos del ministerio (plano general, donde se ve a los dos hombres avanzando por el pasillo). Recorrió el largo corredor taciturno (aquí se puede focalizar la cámara en un primer plano que muestra el rostro del personaje) hasta que fue consciente de que habían detenido el paso (vuelve a aparecer un plano general, donde el lector ve a ambos hombres parados al final del pasillo). Ante él, una puerta (la cámara enfoca hacia la puerta, lo que está viendo en ese momento el personaje), detrás, nada (primerísimo plano de la mirada vacía del personaje).

Nada más abrirse la puerta, el tronío de los aplausos le despertó del ensueño (plano general de una sala a rebosar de gente). Avanzó por el pasillo de la vergüenza, contemplando sin mirar los vacíos rostros sonrientes, hasta que se detuvo delante de una tribuna (podría ser un plano general bastante abierto, cogiendo toda la sala, o un travelín pasando por los presentes). Alguien coreó su nombre antes de imponerle la Cruz de hierro en la pechera (primerísimo plano de la condecoración acercándose y puede acabar con un plano americano que muestre al lector como se la imponen).

El jefe forense de las SS se jubilaba. Pero su mirada anunciaba que se había jubilado de la vida mucho tiempo atrás (zoom que parte del plano americano y termina con un primer plano del rostro del personaje).

FIN.

¿Qué os ha parecido? Espero que os haya gustado, pero lo importante es que hayáis captado la idea de cómo escribir un relato teniendo en cuenta los planos y cómo se pueden ir alternando estos durante una escena.

Es complejo estructurar la escritura de una novela, como si de un guión cinematográfico se tratase, y describir los escenarios para que los lectores los visualicen en su mente como si estuvieran allí, integrando a los diferentes elementos que intervienen en la escena. Pero puedo aseguraros que solo es cuestión de práctica y que en cuanto perfeccionéis vuestra técnica narrativa obtendréis unos resultados espectaculares. ¿Os animáis?

Personajes y diálogos.

Personajes.

Actores

La creación de los personajes que participarán de nuestra historia debe ser una acción muy meditada, pues de ellos dependerá, en gran medida, el éxito o fracaso de una novela. Personajes vacíos, sin carisma y que caigan en tópicos no suelen generar mucha empatía en los lectores. De ahí radica la importancia de definir muy bien el perfil físico, psicológico y social de los personajes para crearlos con una fuerza y una personalidad capaces de transmitir emociones.

Tipos de personajes.

Batman-BenAffleck

Podríamos clasificar a los personajes en tres grandes grupos: los principales, los secundarios y los fugaces.

Los personajes principales son aquellos que participan de forma continuada en el desarrollo de la trama. Los secundarios que lo hacen puntualmente o en algún momento de la acción aportando más profundidad y riqueza argumental a nuestra obra, ya sea para ayudarnos a conocer mejor a los principales o potenciando que la acción avance. Dentro del primer grupo estarán el o la protagonista (puesto que pueden compartir varios personajes) y los antagonistas, personajes que contraponen o están en conflicto con los protagonistas. En ambos casos, deberemos definir detalladamente las características básicas de su carácter, como el físico, personalidad, inquietudes, intereses, tics, psique, etc., que ayudará al lector a construirse al personaje mentalmente con unos rasgos que podrá identificar fácilmente en cualquier escena y le permitirá ponerse en su lugar, meterse en su papel.

Otra cuestión a tener en cuenta es el nombre que le pondremos a un protagonista. Pero ¿tan importante es? Obviamente, es mucho más importante desarrollar los personajes desde su personalidad, con sus giros, su historia previa y su evolución en la trama, pero si además el nombre tiene “gancho” seguro que llegará a ganarse más fácilmente la simpatía o complicidad del lector.  En mi novela En búsqueda de la verdad, tuve claro desde el principio el nombre de Gabriel para uno de los personajes principales, así como su físico y personalidad. Lo mismo sucedió con su alter ego, Hugo y su antagonista Ángelus. Pero en el caso de Alexa no lo tuve tan claro y durante bastante tiempo tuvo un nombre provisional hasta que, después de que pasaran varios años del nacimiento de mi hija, decidí bautizarla con su nombre. ¿Por qué? La respuesta es muy sencilla; porque es un nombre con fuerza y porque ambas tienen puntos coincidentes en cuanto a la personalidad.

¿Y qué pasa con los antagonistas?

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Son la salsa de cualquier relato, los encargados de mantener en estado de permanente alerta a los lectores, generándoles emociones y sentimientos encontrados. Hoy en día resulta muy versátil construir un personaje antagonista con una personalidad muy oscura pero con algunas luces que dejen entrever por qué actúa así. Esos matices le otorgará mayor profundidad, credibilidad y le alejará de los clichés, cosa que le hará más imprevisible y maléfico. De igual forma, a la hora de construir la personalidad de un protagonista “bueno o héroe” no deberemos caer en los tópicos y también tendremos que añadirle sus luces y sombras para mostrarle más humano. De hecho, da mucho juego crear un ”antihéroe” que ponga en apuros a los “héroes” de nuestra historia y, si es posible, que tenga un montón de contrastes capaces de generarnos simpatía, aunque su único objetivo en la vida sea hacer el mal. Gracias a los “malvados” la obra crece en intriga y emoción, y si ese personaje está bien construido puede convertirse en el verdadero protagonista de nuestra novela.

Para crear a los personajes secundarios no necesitaremos trabajar tan profundamente su personalidad, aunque sí deberemos mostrar los principales rasgos de su carácter, físico, intereses, inquietudes, etc., para que nuestros lectores también lleguen a empatizar con ellos. Por ejemplo, las brujas de Alrinach, el erudito Albert, el hombrecillo gris y Antón, el clérigo ciego, son los secundarios de En búsqueda de la verdad que, particularmente, más me han llegado al corazón. En este grupo que acabo de citar hay héroes y antihéroes y no por ser personajes secundarios han dejado de tener importancia en el desarrollo de la trama. Tened en cuenta que de la variedad y riqueza que muestren nuestros personajes secundarios se beneficiarán los protagonistas, la historia y, por ende, nuestros lectores.

Y no podemos olvidarnos de los personajes fugaces, que son aquellos que participan en la historia de forma testimonial pero con algún interés para la evolución de la misma. En este caso, a la hora de crearlos mostraremos las pinceladas más importantes de su físico y de su personalidad y a menudo, ni siquiera será necesario ponerles un nombre.

No hace falta decir que un personaje secundario, o incluso fugaz, puede convertirse en protagonista o antagonista por exigencias del guión. Generar el factor sorpresa en el lector es un elemento a tener en cuenta, tanto para mejorar el tejido argumental como la calidad literaria de nuestro relato. Y en este aspecto, dotar de un inesperado giro en los personajes que participan en la obra cobra un papel primordial. Obviamente, un cambio en el rol de algún personaje implicará que, en algún momento de la historia, deberemos introducir elementos argumentales que lo justifique o de lo contrario correremos el riesgo de perder verosimilitud.

Diálogos.

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Un elemento importantísimo a tener en cuenta a la hora de una escribir la novela son los diálogos. Como he comentado anteriormente, los diálogos son planos contrapicados donde los personajes interaccionan entre sí durante una escena. Es el momento donde los personajes pueden conectar más con el lector y deberemos cuidar muy bien cómo se expresan y cómo actúan para que se genere la empatía necesaria para que se ganen su corazón.

Con esa intención, el autor intercalará la narración con los diálogos con el fin de hacer más ágil el desarrollo de la historia. Huelga decir que debe existir un equilibrio entre ambos componentes, pues si se abusa de la narrativa generaremos un exceso de información que puede llegar a aburrir al lector. Pero si pecamos de basar el avance de la trama en los diálogos se perderá consistencia argumental y, consecuentemente, obtendremos el mismo resultado. Dicho esto, pasemos a hablar de cómo integrar los diálogos en una escena y cómo desarrollarla esta en el escenario.

Mi consejo es que antes de escribir los diálogos visualicéis el escenario, identifiquéis los planos que mejor capten la esencia de lo que se pretende transmitir y ubiquéis sobre él a los personajes que participarán en la escena. Luego deberemos escribir los diálogos como si tuviéramos que interpretar el papel del personaje, o sea, como hablaría y actuaría él. De ahí la importancia de crear unos personajes con registros y marcada personalidad. Y tampoco descuidaremos las acciones que realizarán sobre el escenario, pues impregnará de frescura y naturalidad a la escena. Escribiendo los diálogos utilizando expresiones, acciones e incluso tics propios del personaje provocará que el lector se sienta identificado cada vez que entre en acción. También aprovecharemos los diálogos para introducir aclaraciones o explicaciones que nutran el tejido argumental de la trama y mostrar emociones y/o sentimientos de los personajes capaces de arrancarle emociones al lector.

Si la escena ocurre en un escenario de interior tendremos que describir qué elementos contiene. Por ejemplo, si se trata de una habitación, deberemos mostrarle al lector cómo es su interior (si hay ventanas, qué se ve a través de ellas, el mobiliario, las puertas y el ambiente que se respira; si hace frío o calor, a qué huele, si hay tensión entre los personajes, etc.), detalles que le dará espontaneidad y verosimilitud a la escena. Si la acción se desarrolla en un escenario de exterior también tendremos que describir el entorno y mostrar los elementos más característicos presentes para que el lector pueda ubicarse fácilmente en él. Por ejemplo, el silbar de un pajarillo, el rumor de las ramas de los árboles agitadas por el viento, el cantarín discurrir de las aguas de un riachuelo, el olor a tierra mojada… Y por último, pensar en qué personajes entrarán en acción, cómo van vestidos, que llevan encima o qué acciones ejecutarán durante la escena. ¿Y por qué es importante tener en cuenta estos detalles? Porque le daremos más realismo a la escena y, por tanto, esta le transmitirá más al lector.

Volverse a leer los diálogos, pasado un tiempo, nos dará una visión más real de lo que hemos sido capaces de transmitir en aquella escena. Y si, además, le pedimos la opinión a un amigo y/o familiar apasionado de la lectura y tenemos la mente abierta aceptando la crítica, ya veréis cómo en poco tiempo se van puliendo los errores y vais mejorando vuestra técnica narrativa.

Conclusión.

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Espero que os hayáis hecho una idea de la importancia que tiene elaborar buenos escenarios, crear personajes con registros y cuidar la puesta en escena, integrando los planos, los diálogos y la interpretación para crear ambientes de calado a la novela y captar la empatía de los lectores. Y si sois capaces de crear una atmósfera de tensión e intriga a la hora de relatar nuestra historia, con giros en la trama y en la forma de actuar de los personajes, podréis sentirnos muy orgullosos cuando un lector os confiese de que se ha emocionado con vuestra novela; que se ha quedado con ganas de más. El reconocimiento de tu trabajo es el mayor premio que puedes recibir en esta profesión y justificará las horas que has invertido en crear algo que quedará para la posteridad. ¿Y no es la inmortalidad el tesoro más deseado…?

Integrar armónicamente todos los elementos de los que está compuesta una novela es un trabajo complejo y lleno de matices. Y aspirar al éxito, la fama y el dinero una utopía, por muy buena que sea tu historia. Por esa razón, si escribes con el propósito de que tus obras se conviertan en best sellers de la noche a la mañana es muy probable que la frustración acabe con tus ilusiones. Disfruta de la escritura, sé tenaz en tu trabajo y no dejes nunca de aprender ni de creer en ti. El resto es secundario y si algún día ha de llegar, llegará.

De todas formas; nadie dijo que fuera fácil escribir, ¿verdad?

The end

Carpe Diem!

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© Miquel Àngel Lopezosa. 15 de marzo de 2017.